miércoles, 26 de junio de 2013

Unas veces vuelas y otras, te arrastras


En un principio, en mi Facebook personal publiqué lo que fue un desahogo, una forma de alivio que recibió bastantes muestras de apoyo, y que creía que se iba a quedar ahí, pero me apetece hacer una crónica y recordar ya en frío lo que fue para mí Transvulcania 2013. 



No era la primera vez que hacía la media maratón de la Transvulcania, ya estuve el año pasado en lo que fue mi primera carrera por montaña y un año después quería repetir, quería comprobar lo que había aprendido, mejorado y entrenado de un año para otro. No tenía otra meta que no fuera la de superarme a mí mismo, mejorar el tiempo del año anterior y disfrutar de la carrera, pero a veces las cosas simplemente no salen. 

El viernes previo a la carrera pasa bastante rápido, estoy en la isla desde el jueves y aprovecho la mañana junto con mi amigo Jaime para correr un poco y preparar la musculatura para lo que nos espera, mi batalla y la suya, bastante más larga y complicada que la mía. Mientras trotamos hablamos de cualquier cosa, de la carrera y hacemos nuestras apuestas sobre los ganadores, la verdad es que disfruto bastante de este momento. Ya por la tarde y junto con Felipe nos acercamos a la recogida de dorsales, y también, asistimos a la rueda de prensa de los corredores. Llega la noche y sin saber por qué me noto cansado, con sueño y me llego a preocupar un poco, normalmente me cuesta dormir y en una situación así... Pero me voy a la cama antes que el resto y no me cuesta coger el sueño. 


Nos despertamos antes de las 2 de la mañana, con algún que otro sobresalto anterior (una alarma puesta una hora antes) tengo una sensación extraña, son muchas las emociones enfrentadas y no sé si tengo ganas de correr o de volver a la cama, pero al menos el cansancio ya ha desaparecido. Voy despacio, me visto con paciencia y reviso todas las cosas que he preparado hace unas horas, no quiero que nada me pille por sorpresa, ya estoy lo bastante nervioso... Un apretón para ajustar el chip y después de desayunar nos subimos en la guagua de la organización que nos lleva a Fuencaliente. Una vez allí y pasado un buen rato nos separamos, le deseo suerte a Jaime (No sé muy bien qué decirle, no sé si los nervios, no sé si la vergüenza...) y nos vamos para poder ver la salida de la ultra distancia, que es espectacular: la música, el ambiente, la élite de los corredores, el animador... 

Queda media hora para salir y me coloco en una buena posición, perfecta para evitar el tapón del principio y justa para no dejarme llevar por el ritmo fuerte de otros corredores. Enciendo el frontal, cierro los ojos e intento concentrarme, y aún con los pelos de punta tras haber escuchado Thunderstruck, me echo a correr. Todo empieza bien, salgo con ganas y entro en el sendero sin coger tapón alguno, empieza la carrera. 

Durante los primeros kilómetros me encuentro con fuerzas y voy a buen ritmo. De vez en cuando me separo de algún grupo de corredores para intentar alcanzar a otro y así hacer la carrera más llevadera. El terreno está bastante suelto, pero logro correr en la mayoría de subidas, en otras para mí es imposible y me dedico a levantar la cabeza y disfrutar del paisaje. Me sorprende muchísimo la cantidad de gente que hay animando en esta primera parte, no recordaba que el año pasado hubiese tanta. Llego al primer avituallamiento sin problemas, (Los Canarios - km 7. Tiempo: 00:57:39. Posición: 64)  miro el reloj y estoy en este punto casi media hora antes que el año pasado. Me bebo un vaso de isotónica, me tomo un pequeño respiro y salgo de allí con más ganas de correr que nunca, algo que le habrá pasado a todos lo corredores al pasar por Los Canarios. El apoyo del público hace que flotes, literalmente. 

Seguí subiendo, sé que a partir de aquí el camino se hace más escabroso y que voy a encontrar a más corredores de la distancia larga así que aprovecho las zonas más libres de gente para aumentar un poco el ritmo. Me ayuda, y motiva a la vez, que al darme paso me animen, yo agradecido, respondo con un "Gracias" o con un "Te veo en Los Llanos campeón". Ellos son los verdaderos héroes de Transvulcania, los admiro. Y así, seguí corriendo, pero algo no iba bien. Aquel ligero dolor de barriga que obvié en la salida empezaba a hacerse más fuerte, me decía a mí mismo que no era nada y pensaba en otra cosa para distraerme y seguir adelante, pero al final... se acabó. 

Llegó un punto en el que no podía correr, lo intentaba cuando subía, cuando llaneaba e incluso cuando bajaba, pero no podía. El dolor era demasiado fuerte y lo único que podía hacer era caminar y aún así, tenía que parar cada cierto tiempo. Quería correr y no podía, quería subir la montaña de Las Deseadas y lanzarme a por la bajada hasta llegar a la meta, pero no pude. (Km18. Tiempo: 2:53:46. Posición: 94) Si el año pasado las lágrimas eran de emoción, este año eran de impotencia, de rabia... El entrenamiento, la ilusión y el sacrificio, el propio y el de los que están a mi lado, no iba a tener su recompensa. No sé en qué kilómetro comencé a sentirme mal, pero el resto de la carrera fue un suplicio. Estaba en un entorno espectacular, con amigos y muchísimos corredores, pero no me lo estaba pasando bien, me volví estúpido y antipático. Esta vez, cuando me animaban me dolía, era como si me recordaran que no lo iba a conseguir. Después de mucho caminar llegué a la meta (Refugio de El Pilar - Km 26. Tiempo: 4:33:02. Posición: 240). 

Copio textualmente lo que escribí el día después de la carrera. 

"estaba dolido y sin ánimos cuando llegué a la meta, pero por la noche pensé que había valido la pena y que había disfrutado la carrera,  tenía otros objetivos este año y se cumplieron: respiré la tensión y la emoción de la salida que me impresionó el año pasado,  me apetecía muchísimo volver a mirar a la izquierda en Las Deseadas y ver el faro, mirar a la derecha y ver Tenerife con el Teide, quería ver a los corredores que me inspiran y que tanto sigo a unos pocos metros, incluso tener alguna foto con ellos y ver la emoción que comparten con cada uno de nosotros al llegar a la meta.  Pero había algo, o alguien más importante,  lo más increíble de Transvulcania 2013 fue ver a Jaime entrando en la meta de Los Llanos de Aridane,  sabía que había entrenado y todas las ganas y energía que había invertido para lograrlo y lo logró, tuve la suerte de acompañarle un una pequeña parte de esos 83 kms junto con Silvia y Andrea y sinceramente, no lo olvidaré nunca. Eres grande Marsupilami, más de lo que te crees.

El próximo año volveré a intentarlo, estaré en Transvulcania 2014, pero por encima de cualquier cosa porque quiero devolver el apoyo que me han dado, que tan importante es para mí y que me motiva a seguir con esto, y por qué no, porque me encanta este deporte y no voy a desanimarme por un mal día."  


No sé lo que me pasó exactamente, pero esto fue Transvulcania para mí. Un recordatorio de que a veces a pesar del trabajo y del esfuerzo las cosas no salen según lo previsto, pero también de que hay que quedarse con lo demás y con la satisfacción del deber cumplido. En el fondo, esto no es más que una maravillosa afición.  


¡Increíble el vídeo de la carrera!










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