domingo, 29 de junio de 2014

Estoy aprendiendo a escalar

Estoy aprendiendo a escalar. Hace algo más de un mes que empecé, aunque ya había probado antes, hace dos años. En este tiempo casi me he olvidado de correr, necesitaba un descanso. No mi cuerpo, más bien mi mente. Cuando vamos a escalar soy el nuevo, el novato, pero me gusta serlo. Tengo que afrontar algo que desconozco, que no controlo, y que a veces me da miedo, pero eso me enseña a afrontar otras cosas. Sé que si soy capaz de superar la inseguridad que siento cuando escalo, aprenderé a controlarla en el resto de mi vida. En parte por eso hago deporte, para aplicar lo que aprenda en él al resto. 

Todo es desconocido para mí, pese a que empiezo a saber de qué va este juego. Al principio tenía que pensar cómo atar la cuerda al arnés, con uno ocho -un nudo fácil- pero tenía que pensar cómo hacerlo. También tenía que pensar dónde colocar las manos y las piernas para poder trepar una pared; "sube los pies", me gritaban desde abajo. Ahora no lo pienso tanto, pero con el paso de los días los agarres se han ido haciendo más pequeños y los movimientos más complejos. Todavía no he aprendido bien los grados de dificultad de la escalada, tampoco me importa, intento progresar sin obsesionarme demasiado. Progresar como un niño, con inocencia y felicidad, aunque con curiosidad extrema.

He escalado dos veces en roca natural, el resto en rocódromo. La primera vez que fui a la roca me animé a probar un quinto, lo más básico y sencillo de la escalada. Esta primera vía tenía una salida complicada e intenté solventar el escollo inicial cinco veces. Lo acabé logrando y completé la ruta. Lo probé otra vez, con más confianza, pero me quedé en el inicio. Estaba tan cansado que no era capaz. Hoy fue distinto, hice la vía a la primera, sin miramientos. Cuando llegué a la parte más alta, la sonrisa no me cabía en la cara. Bajé, me recuperé, y lo hice de nuevo. Repito, la complicación de este muro es escasa, pero me sentí increíble. 

                                                                 San Marcos, Icod 


Estoy aprendiendo a escalar con mi tío, un hombre que ha trabajado desde la adolescencia y para el que el cansancio de subir un muro es algo muy relativo. Su frase para animarme suele ser "no te lo pienses mucho", una muestra de su carácter. La determinación es su mayor principio. Hace bien así, escalar es duro. Descubrió este deporte hace unos años, lo abandonó un tiempo y ahora se ha vuelto a enganchar. Yo me aprovecho de eso. 

A veces pienso que la escalada es algo insufrible, justo cuando tengo los brazos agarrotados y las piernas con cierto tembleque. Sin embargo, pienso que por mucho que cueste subir, las cosas se ven mejor desde arriba, con algo de perspectiva. 


         Iker Pou, un genio 

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