miércoles, 2 de diciembre de 2015

Días malos


Foto: Bryan Trujillo.


Tengo unos cuantos días malos al año. Sin ningún motivo dejo de estar animado. Estos días aparecen desde que tengo memoria, sin saber por qué, pero aparecen. Los días tristes vienen como si nada, pero hacen daño: no me motiva casi nada. Lo que me supone un reto me cansa. Me aburre el día a día. Me aburren las clases. Me aburre el trabajo. Son días vacíos. No me apetece correr, necesito movimiento, pero no me apetece. Encima eso. En estos días dejo de ser yo, o quizá lo soy más que nunca. No lo tengo claro. No puedo caer en la monotonía. Necesito hacer cosas nuevas todo el rato. Necesito ponerme a prueba para mantenerme despierto. Llevo mucho tiempo haciendo lo mismo de la misma forma y eso me cansa. Me hace falta desconectar, liberar y oxigenar mi mente. Sé que exagero, pero son días malos. Sé que pronto acabarán. Sé que volveré a tener movimiento.

Solo me apetecía escribir. Nada más.

lunes, 28 de septiembre de 2015

El día en que no le pedí una foto a Kilian Jornet

Empecé a correr hace unos años. No era habitual que un chaval de 17 se pusiera a correr por montaña, mucho menos en Canarias. Pero lo hice. Por suerte, no empecé a correr solo, sino acompañado de otro chaval de 17. Eramos dos locos para el resto.

Como es normal, desconocía muchas cosas al principio, aunque poco a poco empecé a descubrir el mundo de las carreras por montaña. Pronto conocí al mito, a la leyenda, a Kilian Jornet, y se convirtió en un ejemplo para mí. Se necesitan buenos ejemplos en la adolescencia; yo tuve la suerte de encontrar a uno. Ahora, que podría decirse que soy un adulto, su póster sigue colgado en mi cuarto. Y ahí seguirá.

Después de acabar bachillerato y de vagar un año por Geografía entré en Periodismo. Era la carrera que mejor se adaptaba a mi forma de ser; tenía curiosidad por el mundo y quería contar historias. Estoy afrontando mi último año de formación. En unos meses se supone que seré periodista y el futuro no pinta muy bien para mi profesión: la precariedad laboral reina.

En estos cuatro años de clase he aprendido mucho, pero sobre todo, me he dado cuenta de que no quiero pasarme el resto de mi vida trabajando en algo que no me guste. El periodismo es vocacional; tengo pasión por las carreras por montaña y me encanta el periodismo. A eso quiero dedicarme. Estoy en esa lucha, en intentar que mi pasión se convierta en profesión. Sé que es difícil, pero la gente que corre por el monte no suele rendirse fácilmente.

Hace una semana estaba en Bagà, en Ultra Pirineu, siguiendo la carrera con el equipo de TrailRunningReview. Fue una de las experiencias más gratificantes de mi vida. Pude hacer algo que cualquier apasionado de las carreras por montaña querría hacer: estar cerca de sus ídolos. Pude estar junto a los corredores, charlar con ellos y verles en plena acción. Intercambiar unas palabras con Luis Sin Mas o Pablo Villa fue, sencillamente, increíble.

Me gustó muchísimo, pero tengo que confesar que me sentí algo raro: antes que periodista, aún me falta mucho para serlo, aunque en ese momento ejercía como tal, fui un aficionado del Trailrunning. Aunque el tiempo ha pasado, he madurado, o eso creo, y he aprendido a relativizar las cosas, tener a Kilian Jornet tan cerca como para tratarle de tú a tú fue impresionante.

El primer impulso que tuve fue el de pedirle una foto. El chaval de 17 años estaba empujando desde dentro, pero en ese momento, repito, estaba actuando como periodista; creo que no habría sido muy profesional haberlo hecho, pero más que por eso, no lo hice porque le admiro muchísimo.

No digo que quienes le pidan una foto no lo hagan, sin embargo, por lo que le he escuchado, leído e interpreto, Kilian Jornet es un tipo tímido al que no le gusta demasiado el foco mediático.

Por eso preferí no pedirle una foto. Podría haberlo hecho. Sí. Y no habría pasado nada, pero yo sentía que no debía hacerlo. No lo hice.

Esta temporada Kilian Jornet ha hecho menos carreras para alejarse del ruido de la competición. Prefirió dedicarse a cosas que le aportasen algo más. Yo me quedo con eso, con su insistencia por hacer cosas que le motiven.

No me hace falta tener una foto con él, me basta con seguir su ejemplo. Si logro aplicarlo a mis sueños, si lucho tanto como él por cumplir los suyos, algún día podré unir mis dos pasiones: el periodismo y las carreras por montaña. Quiero dedicarme a eso. No sé si lo lograré, pero voy a pelearlo.

Quizá no haya sabido expresar lo que siento exactamente, pero lo he intentado.

P.D.: Eso sí, no desaproveché la oportunidad y me saqué una foto con Depa, alguien al quien respeto muchísimo. Cada vez que he hablado con él me ha mostrado su cariño, así que quería reservar un recuerdo de él, de Bagà, y de Ultra Pirineu. Perdonen que no mirara al sitio correcto.


Ultra Pirineu 2015

sábado, 13 de junio de 2015

Cuidado con el ultramaratón

Reportaje publicado en el Boletín de I+D+i de la Universidad de La Laguna

Bryan Trujillo

Como el amor, correr es un proceso bioquímico. Cuando iniciamos el ejercicio, nuestro cuerpo reacciona y segrega endorfinas. Esta sustancia nos anestesia y nos hace sentir felices. Tiene efectos opiáceos; de hecho, engancha. Inhibe nuestros receptores del dolor. Hace que podamos estar activos durante más tiempo. No existen evidencias científicas que respalden la teoría de que correr por un paraje bello libera aún más endorfinas, pero en los últimos tiempos, los espacios naturales de Canarias, y de medio mundo, se han llenado de atletas.Correr por montaña es la nueva moda, y el ultramaratón -que supera los 42 Km- se ha convertido en el nuevo hito deportivo. Pero correr largo, además de endorfinas, puede generar problemas de salud si no se practica con la preparación física y mental adecuada.


El trail running está en sus albores. Tanto que aún no existe una opinión consensuada sobre dónde empieza un ultratrail. Sin embargo, la International Trail-Running Association (ITRA) estima que comienza a partir de la distancia del maratón. Aunque no son los únicos, en las Islas, los dos más afamados y con mayor número de participantes son Transvulcania y Transgrancanaria. El primero, que se celebra en La Palma, es de 73 Km; el segundo traza una línea desde Agaete hasta Maspalomas que ronda los 125 Km. Para superar tales recorridos, los deportistas se someten a una exigencia física muy alta: el esfuerzo es casi hercúleo. 

Es difícil estimar la dureza de una carrera de ultradistancia, es un valor casi subjetivo. Pero en comparación con pruebas similares que transcurren por asfalto -que las hay- , se puede afirmar que el desgaste articular y muscular de correr por montaña es mayor. El continuo sube y baja al que se someten los atletas hace trabajar músculos distintos y eso fatiga el cuerpo. Se usan músculos distintos y eso hay que tenerlo en cuenta. Es necesario acostumbrarse. 

Javier González, médico especialista en Medicina del Deporte, se muestra crítico en este asunto: "la gran mayoría de personas se está introduciendo en la montaña sin tener las adaptaciones necesarias. Hay una progresión muy rápida y en un año, o en menos, ya quieren cubrir todas las distancias".

 El contínuo sube y baja fatiga


Para correr, no solo basta con correr. Como en cualquier otro deporte, para evitar lesiones hay que hacer trabajos específicos de técnica y fortalecimiento. El problema es que muchos los obvian por desconocimiento, falta de ganas o de tiempo. "Realizar esta serie de ejercicios [...] implica dedicarle más horas al entrenamiento. Así, vas restando tiempo a otras cosas", comenta González.

Una de las riquezas del ultrafondo es la enorme variedad de personas que lo practican, aunque el perfil típico es el de un hombre de en torno a los 40 años y con compromisos familiares. Aunque parezca extraño, la cuarentena es una buena edad para hacer un ultramaratón. Con el paso de los años, se pierde velocidad, pero se gana resistencia. Está médicamente comprobado.

Preparase este tipo de competiciones requiere tiempo, para la mayoría es complicado compaginar el entrenamiento con las obligaciones diarias, por lo que la manera de afrontar las carreras es clave. Hay quienes se las toman carreras como un mero divertimento, pero otros buscan competir. Esto por sí solo no es malo, pero puede acarrear riegos. González opina que habría que concienciar a los corredores aficionados sobre aceptar y valorar positivamente sus marcas. Si no, al intentar mejorarlas, y refiriéndose a la familia y a los amigos, aclara que "puede ser que se queden muchas cosas por el camino".

    

El abandono no es un fracaso


El abandono es el fantasma que persigue a los corredores. Nadie quiere acabar la competición antes de la meta. En cambio, en cuestión de salud, y acudiendo a la cita popular, una retirada a tiempo es una victoria. La organización de Transvulcania aportó el dato hace unas semanas: en la edición de 2014, el 17% de los participantes no logró terminar. Pero no hay que ver este porcentaje como un fracaso.González, que además ha hecho dos veces  el Maratón Des Sables y ha completado cinco Ironman, manifiesta que es importante dejar el evento antes de que lo ordenen los servicios médicos. Para él, cuando se llega a ese punto, ya se ha sobrepasado el límite. "Retirarse en ultramaratones puede ser de inteligentes", enfatiza.  

A pesar de esta cifra, no hay que pensar que estas pruebas están abiertas a cualquiera. En la mayoría de los casos hay que acreditar que se tiene la suficiente forma y experiencia para afrontarlas. La propia Transvulcania introdujo este año una medida de seguridad: los participantes de la distancia larga tienen que haber superado un recorrido de montaña de más de 40 kilómetros. Si no, es imposible inscribirse. El Ultra Trail du Mont Blanc (UTMB), el más importante del mundo, tiene un sistema clasificatorio: hay una lista de competiciones que otorgan de 1 a 4 puntos si se finalizan. Para aspirar al UTMB hay que obtener 8 puntos.

Hay una frase que siempre ha deambulado en el imaginario de los amantes de la naturaleza: a la montaña no hay que perderle el respeto. Es cierto, es un lugar al que acudir con cautela. No importa que se calcen botas o tenis, que se pasee o se corra, pero sí que no le faltemos el respeto ni al terreno ni a nosotros mismos. Ahora que el maratón se ha quedado corto, todo parece indicar que no hay que tener prisa para ir más allá de él. Merece la pena tener paciencia y recordar que se hace necesario cuidar del organismo para la carrera más larga y difícil, la vida. 

Proyecto Summit


Una de las principales dificultades que hay para determinar la bondad, o no, de la larga distancia, es que apenas hay estudios que aborden la materia. La literatura científica es escasa, y no por falta de curiosidad, sino porque la popularización de este deporte es bastante reciente. En España, una de las investigaciones más ambiciosas es la de la corredora y bioquímica Emma Roca. El Proyecto Summit, como especifica su página web, nace con la idea de averiguar si la población que practica deporte de larga distancia y gran intensidad tiene más riesgo de sufrir problemas de salud que la sedentaria y la que se ejercita de forma moderada.

La investigación, que contó con la colaboración del atleta Kilian Jornet, no ha  sido publicada aún y ha estado lastrada por la falta de una muestra representativa. Pese a esto, se han extraído algunas conclusiones interesantes: se ha averiguado que no todo el mundo tiene el corazón preparado para un ultramaratón. Además, Roca afirma que "hace falta un buen entrenamiento previo, una buena hidratación y un buen protocolo poscarrera para evitar que salte la alarma". 

Roca acostumbra a disputar varias carreras de ultraresistencia al año, pero admite que después del proyecto ha variado su parecer. "Veo que el cuerpo sufre y mucho. Vale la pena cuidarlo. No hay que hacer tantas carreras y es importante comer y descansar bien.También lo es saber si tu corazón está preparado para esfuerzos largos", recalca. 

lunes, 8 de junio de 2015

Por qué no corrí Transvulcania maratón

Es casualidad, pero mañana hará justo un mes desde que se celebró Transvulcania, la carrera que debería haber hecho y no hice. Durante este mes pocas veces he tenido tiempo para escribir esta entrada, y cuando lo he tenido, me han faltado ganas. Ya sabía que me esperaban unas semanas complicadas. Se me unía el trabajo, otros compromisos, los proyectos de clase y los exámenes, pero hoy me he hartado. En la Universidad, aunque parezca increíble, hay profesores que creen que la capacidad memorística es más importante que la razón o la lógica. Que me perdone el profesor, pero prefiero invertir mi tiempo en otra cosa. 


Fuente: 72 Kilos
No corrí Transvulcania porque me puse malo, pero expliquemos los antecedentes. En lo que a forma física se refiere, creo que llegaba mucho mejor que para mi primer maratón de montaña. Había logrado entrenar con más asiduidad y encontrar a un nuevo compañero de fatigas, más rápido que yo, que me había hecho coger un puntito de chispa que antes no tenía. Además, en la carrera que me había marcado como test me encontré bastante bien. Salí reservón y poco a poco apreté hasta acabar Pinolere Trail con la sensación de que podría haber dado más de mí. De eso se trataba. 

Aparte de la carrera en sí, me hacía mucha, pero mucha ilusión el día antes. TRAILRUNNINGReview iba a entrevistar a los corredores y yo también iba a hacerlo. Tengo el anhelo de poder vivir periodísticamente de esto, así que cuando me dieron la oportunidad de echarles una mano mis prioridades cambiaron: lo que menos me importaba era la carrera. Soy una persona fría, me cuesta expresar lo que siento, y a veces no valoro demasiado lo que logro, pero estar cerca de corredores como Ryan Sandes o Luis Alberto Hernando me hizo muy feliz. Durante el viernes previo a Transvulcania descubrí como trabajan los periodistas desde cerca y me encantó. También tuve una conversación con Depa que se me quedará grabada para siempre. Un periodista tiene que ser honesto, me dijo.

Para colmo, una casualidad hizo que me llamaran para comentar la retransmisión por streaming de Transvulcania. Flipé, sí. Fue algo inesperado, producto de estar en el lugar adecuado en el momento exacto, una de esas cosas que solo suceden una vez en la vida. En este aspecto, en el mediático por llamarlo de alguna forma, fue un fin de semana redondo. 

Antes de cenar el viernes ya me encontraba congestionado de la nariz. Es algo que me suele pasar, por lo que no le di mucha importancia. Lo tenía previsto así que llevaba unas tiras para la nariz por si acaso. Sin embargo, una vez en la cama, sobre las dos o tres de la madrugada, respiraba con muchos problemas. Nunca había tomado suplementos o vitaminas, pero esta vez para reforzar mis defensas y no caer enfermo la semana de la carrera lo hice. Cuando uno deja de entrenar las defensas se deprimen. Sin embargo, justo esa misma semana y no otra, mi hermano pequeño cogió la gripe. Me lo tomé a broma y no le di importancia, pero la verdad es que a la hora de levantarme para hacer el maratón tenía fiebre, dolor de cabeza y no podía respirar bien. 

Tenía bastante claro que en esas condiciones no iba a poder salir. De hecho, cuando solo notaba que me costaba respirar, ya se lo había advertido a mi pareja. Creo que sobre las cuatro de la madrugada decidí intentar dormir y esperar a ver cómo me encontraba más tarde, pero no mejoré. Me puse peor. Se lo dije a mis amigos y me comentaron que lo intentara o que fuera hasta la línea de salida y decidiera allí, pero no quería. Estaba realmente mal y solo quería dormir y descansar. Así que, aunque en el momento me costó, preferí quedarme en casa. De haber hecho lo contrario, yo y los que me rodean lo habrían pasado bastante mal. 

Tomé la decisión acertada. Fue duro, estaba allí para hacer la Transvulcania. Todas las horas de entrenamiento se quedarían en nada. Las horas que me había privado de sueño, que había robado a mi familia, a mis amigos y a mi pareja se quedarían en nada. Todo el esfuerzo quedaría en vano. Pero no hay que ponerse dramático, siempre he pensado que correr es un complemento de mi vida y no el motor. No corro porque sea rápido, sino porque me libera, y no necesito ponerme un dorsal para sentir eso. Es obvio, pero si pasan los años y sigo corriendo porque me gusta y no por otra cosa, habré tenido éxito. Esa es la carrera que quiero ganar.

Dicho todo esto, a La Palma volveremos. Seguro. 

domingo, 19 de abril de 2015

La señora mayor

Se levanta cada mañana, temprano, y se pone la ropa que ha dejado preparada en la silla. Tenis claros, mallas negras, camiseta, de manga larga, que por la mañana hace frío. Encima, un chaleco azul. Se cubre el cuello y parte de la cara con una bufanda que casi le tapa los ojos. Los tiene cansados, parece mayor. Si no fuese por sus ademanes, si no llevase una visera blanca, sería imposible reconocerla. Sería otra madrugadora más. Antes de salir busca su reloj para no olvidarse del tiempo y se dirige a la puerta. Para coger las llaves, se pone de puntillas, de otra forma no llegaría. Al pasar el umbral y llegar a la calle, respira profundamente antes de ponerse en marcha.

Hace tiempo solo caminaba, aunque como ahora, escuchando música o la radio. Alterna una cosa o la otra según dicte el destino: cuando hay noticias tristes, se pone su canción favorita. Algunos días solo escucha su canción favorita. Ponía empeño al caminar, movía los brazos rítmicamente, casi como una atleta etíope, pero sus pies no se levantaban del suelo. Zancadas cortas, rápidas, la cabeza alta y los puños cerrados. Su forma de andar era peculiar, cómica diríamos. 

Es duro salir cada mañana ahí fuera, pero ella casi nunca decae. Se reserva los días de fiesta y los que llueve. En esos días, se deja querer por la cama; le da igual el despertador. Poco a poco, muy lentamente, se fue haciendo más fuerte. Esa no era su idea, ni mucho menos, solo quería hacer un poco de ejercicio para cuidar su corazón. Ese que el médico dijo que debía mimar. Con caminar le habría bastado, sin embargo, no se quedó ahí. Ya era capaz de correr en las bajadas. Cuando llegaba a una, usaba la inercia para echar a correr. El aire helado que entraba en sus pulmones dolía, pero le hacía sentir viva. Por eso, al acabar el descenso, intentaba seguir un poco más. Luchaba para conseguirlo. Jadeos y sudor, ese era el resultado. Y al final, tenía que parar. Esperar a otra pendiente.

Los tramos rectos y las subidas se convirtieron en bajadas el día que se atrevió. Todo corredor tiene un comienzo, un día en el que decide ir más allá. Superar la barrera que se marcó tiempo atrás. A veces el límite es la esquina de la plaza, la rotonda aquella, o tres vueltas al parque, pero cuando se supera, uno se convierte en corredor. Desconozco el momento exacto, pero la señora mayor un día decidió ser corredora. 

Desde entonces, ha seguido madrugando y cubriéndose hasta los ojos para salir a correr. No sabe qué significa la palabra Running, qué es un maratón y tampoco conoce más de dos marcas de tenis. No le hace falta, es una burbuja dentro de otra burbuja. Cuando los runners desaparezcan, ella seguirá corriendo. No le importará si corre a 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8 o 9 minutos el kilómetro, ni las series ni los intervalos, pero seguirá. Humilde, sin alharacas, sin mallas de colores. Así, seguirá.

Antes me repetía este mantra: "I'm gonna show you how great I am". Ahora, cuando me cuesta avanzar, recuerdo a la señora mayor. Su paciencia, su perseverancia, sus ganas... E intento correr la siguiente cuesta.

Esta entrada va por todos lo que miran por encima del hombro a otros por, simplemente, ser más rápidos.

domingo, 5 de abril de 2015

El anti Kilian

Hace algo más de un mes alguien fue capaz de subir y bajar una montaña más rápido que Kilian Jornet. Para ser exactos, Karl Egloff subió y bajo el Aconcagua 57 minutos más rápido. El mundo de las carreras por montaña se revolucionó; pocos sabían quién era y de dónde venía el hombre que había hecho lo imposible. Pero la historia de Egloff no empieza en el pico argentino y tampoco por casualidad. El año pasado, en verano, también arrebató a Jornet otro récord. Esta vez, el del Kilimanjaro, y por 32 minutos. El trail parece haber encontrado a su anti Kilian.

Karl Egloff. Fuente: Facebook  

No quería que se batiera el récord. Cuando empecé a correr, acabando la adolescencia, mi primer referente fue Kilian Jornet. Algunos colgaban el póster de un futbolista de peinado raro, yo de un chico que corría por montaña que decía que uno no puede morirse sin haberlo dado todo. Aún sigue en la pared. Por eso, porque fue un ejemplo en una época difícil, no quería ver cómo otro le superaba. No deseaba tener esa sensación de vacío que deja un ídolo caído.

Con el paso de los días, cambié de opinión: si se consigue una nueva plusmarca será bueno para todos. Las carreras por montaña, el Trail Running, es un deporte reciente y en expansión. Para que perdure, necesita que haya competitividad y nuevos actores que lo dinamicen. No es bueno que siempre gane el mismo. Tiene que haber otros que disputen las carreras o los tiempos, que propongan otras formas de entender la montaña y nos aporten cosas nuevas. Cuando Egloff descendió de la cima argentina, los medios de comunicación hicieron su trabajo y todo el mundo conoció al anti Kilian.

Metiéndonos en otro terreno, no creo que el suizo-ecuatoriano sea el único capaz de superar a Jornet. De hecho, ya lo hizo Luis Alberto Hernando en la pasada Transvulcania, aunque esta vez los condicionantes fueron distintos. Lo que sí pienso es que si el rey de la montaña se lo propone, es capaz de poner el listón tan alto como quiera. Para muestra un botón: hay vídeos de la última Hardrock 100 donde se le ve bromeando con otros corredores. Como si no estuviese en medio de una carrera, pero eso duró un rato. Una vez que se lo tomó en serio, dejó a todos detrás y marcó un nuevo mejor registro. Él es así.

Puede que su carácter nómada no le permita mejorar aún más sus marcas. De hecho, para aclimatarse y preparar la ruta del Aconcagua estuvo casi dos semanas, mientras que Egloff amplió este periodo bastante más. Otra de sus singularidades, quizá un punto débil, es su afán por mantenerse en un mismo estado de forma todo el año y correr en toda modalidad que se le presente. Es decir, se encara con "especialistas" continuamente. Mientras otros se preparan a conciencia para estar a tope en una prueba concreta, el catalán tiene que relativizar el esfuerzo para cumplir con su calendario. Una semana puede estar viéndoselas con Marco de Gasperi en una carrera corta y a la siguiente pugnando con los mejores en un ultra. Por ejemplo, Egloff tras su hazaña descansó y recupero hasta participar en el Vertical Bóveda, en Alto Sil, donde quedó tercero por detrás de Aritz Egea y Alfredo Gil.

Entonces, el rival perfecto del contador de lagos tendría que combinar varias cosas: polivalencia, capacidad de adaptación y recuperación, inteligencia y, sobre todo, mucha técnica. El proyecto Summits of my life consta de seis picos y siete travesías (Mont Blanc, Cervino, Elbrus, McKinley, Aconcagua y Everest). Opino que hay gente preparada para hacer mejores tiempos en cinco de ellos, pero me da en la nariz que el registro del Cervino permanecerá inalterado mucho, mucho tiempo. El principal problema de este pico está en su altísimo nivel técnico. Como decía Jornet, en esta cima, si te caes, te matas. De hecho, fue la última de las montañas de los Alpes en ser escaladas. Daba miedo. Sin embargo, en este terreno, en el de la máxima dificultad y el pánico ante la muerte, no hay nadie que se maneje como él.

Ahora que parece qur la IAAF y la ITRA quieren alienar el Trail Running, los corredores debemos reivindicar los valores que queremos para este deporte. No nos engañemos, no hace falta un anti Kilian. No existe. Necesitamos a corredores que promuevan su respeto por la montaña. Cuantos más mejor. Por eso celebro la llegada de Karl Egloff, porque ha elevado el nivel de competencia y parece ser un buen tipo.


lunes, 16 de marzo de 2015

Vendetta (III y IV)

No voy a ocultar la realidad, no hay por qué hacerlo. En cuestión de entrenamientos, mis dos últimas semanas han sido muy flojas. La primera, la que más se aleja de esta, "un virus que anda" se dio un paseo por mi casa y poco a poco fue afectándonos a todos. Me puedo dar por satisfecho, será que correr aumenta las defensas, de cuatro personas, fui el menos perjudicado. Aún así, no me apetecía hacer deporte con la nariz taponada y el pecho cargado. La apnea no me convence. La semana pasada entrené dos días: una salida por asfalto y otra por montaña. Ya está.

Los primeros siete días de la discordia empezaron con una sesión de series cortas. Hice seis que rondaban los 45 segundos y otras dos más largas de dos minutos y medio. Después de la salida de montaña del domingo me notaba cansado, y me costaba mucho esprintar. Sin embargo, en las más largas sí que pude mantener una cadencia decente y nada desdeñable. Mis capacidades físicas me hacen ser lento para distancias cortas, pero seguro de ahí para adelante. Tractorismo lo llaman. Una vez escuché en la narración de un partido de fútbol que el músculo que más interviene en el esprint es el isquiotibial. No lo he investigado con profundidad, pero creo que el comentario tiene razón. El miércoles no sentía la parte trasera de los muslos. Un dolor, una de lamentos... En esas circusntancias, el rodaje de asfalto fue de 12 kilómetros a ritmo suave. Muy suave. 

El jueves por la mañana empece a notar el dolor de garganta y por la tarde ya me costaba bastante respirar. Estuve así hasta el martes de la semana siguiente, pero el lunes tuve que salir. Con esa sensación de apatía que te dejan los procesos virales me fui a hacer 15 kilómetros. Lo sé, tendría que haber hecho menos, empezar de menos a más, pero a veces soy un poco cabezón. Me puse música y en modo zombie acabé el recorrido. Muerto, pero para mi sorpresa, más rápido de lo normal. El miércoles aproveché que no tenía clase para subir al monte. Hice junto con Don Dormilón 16 kilómetros reconociendo parte del terreno de la Pinolere Trail. Al final, hemos elegido esta carrera como test antes de Transvulcania. El jueves el puzle de horarios se fue al traste y no entrené. Pensaba hacer rodillo como último remedio, pero tampoco pude. Para concluir la semana la opción era salir un poco antes de clase el viernes y apurar el almuerzo para entrenar. Pero maldito de mí, me dejé la cartera en casa y tuve que esperar en la Universidad por un amigo. 

Este fin de semana no iba a entrenar. Eso lo tenía claro. Después de mucho encontramos el momento adecuado para tomarnos una pausa. Pasé el finde en un apartamento, descansando, pasándolo bien, sin hacer nada. Podría haberme llevado los tenis y correr un poco, pero siempre he dicho que hay que establecer prioridades y en ese momento correr era de las últimas. Además, este descanso me ha recargado las pilas.

No sé si me arrepentiré de estas dos semanas de semiparón, creo que no, pero tengo esa naif sensación de remordimiento. Aunque con suerte, desaparecerá pronto. Es más, ya no la tengo, hoy ha tocado fartleck. 

Resumen semana III

Lunes: calentamiento + 6 series 45 '' + 2 series 2'30'' + vuelta a la calma (8,71 Km)

Martes: free

Miércoles: rodaje de asfalto ( 12,45 Km-1:08:13)

Jueves: out

Viernes: out

Sábado: out

Domingo: out

Total semanal en kilómetros: 21,16
Total semanal en horas: 2:30

- - 

Semana IV 

Lunes: rodaje de asfalto (15,52 km-1:21:23)

Martes: free

Miércoles: salida por montaña (16,85 Km-2:40:24)

Jueves: out 

Viernes: free

Sábado: free

Domingo: free 

Total semanal en kilómetros: 32,37
Total semanal en horas: 4:02

miércoles, 4 de marzo de 2015

Afición por el dopaje

Reportaje publicado en Diario de Avisos el 22 de febrero de 2015


BRYAN T. LABRADOR | Santa Cruz de Tenerife
Son aficionados. Practican deporte por el mero hecho de hacerlo, aunque muchas veces se sacrifican tanto o más que los profesionales a los que tanto admiran. Roban horas al día, a su tiempo libre o hasta a su familia y amigos para entrenar. Se marcan objetivos y van a por ellos. No dejan de pedalear hasta conseguirlos. Por satisfacción personal la mayoría de las veces, para poder presumir frente a los amigos otras tantas y para alcanzar la victoria unas pocas.
Frente a la herida que sufre el ciclismo profesional en España, el amateur sigue en boga y los participantes en pruebas como la renombrada Quebrantahuesos se cuentan por miles en cada edición. Pero no todo es bueno, lo peor del ciclismo profesional, el dopaje, ha llegado al amateur.
La confirmación de lo que se sospechaba desde hacía algún tiempo se produjo en 2011: el dopaje en el deporte popular existe. La constatación de las conjeturas la inició uno de los ciclistas más destacados del equipo Movistar, Xavier Tondo, que falleció ese mismo año en un accidente doméstico.
En diciembre de 2010 recibió un correo electrónico en el que le ofrecían sustancias dopantes. Tondo presentó una denuncia ante los Mossos d’Esquadra, que iniciaron las pesquisas de la Operación Cursa, saldándose con la detención de siete personas.
Entre los clientes de esta trama se encontraban culturistas, ciclistas, corredores y triatletas amateurs. Aquí saltó la sorpresa. A esta actuación le siguió la operación Máster, en la que según explica su informe, la Unidad Central Operativa (UCO) desarticuló una organización que desviaba fármacos de uso hospitalario para comercializarlos por Internet.
A priori no parece sencillo conseguir los ingredientes de la pócima mágica. La cautela de las autoridades en esta cuestión es máxima. Sin embargo, el albedrío de Internet facilita mucho las cosas.
Para Begoña Manuz, especialista en Medicina de la Educación Física y el Deporte y miembro de la Federación Española de Medicina del Deporte (Femede), hay farmacias europeas que permiten hacer compras en línea donde se pueden conseguir numerosas sustancias prohibidas. “El control es difícil, pero si hay deportistas que están usando productos dopantes es porque existe una forma sencilla de adquirirlos”, subraya.
Cada deporte, y cada deportista, es distinto y requiere de unas habilidades concretas. Por ende, los métodos de dopaje son casi personalizados. Como revela Pedro Manonelles, presidente de Femede, en un artículo, los atletas de resistencia utilizan la eritropoyetina (EPO) para mejorar sus resultados. Esta sustancia estimula la creación de glóbulos rojos que transportan oxígeno a los músculos. La hormona del crecimiento y los anabolizantes ayudan a desarrollar la masa muscular, por eso, son empleados en deportes de fuerza o velocidad, como la halterofilia o la prueba de 100 metros lisos. En los deportes de equipo, la cocaína, las anfetaminas y otras sustancias estimulantes retrasan la fatiga y aumentan la agresividad.
En los profesionales, aunque de forma injustificable, el motivo para hacer trampas estaría más claro, pero no es así con los aficionados. “Quizá no han puesto en una balanza la importancia que puede tener ganar una prueba popular donde, como mucho, van a ganar un trofeo o el prestigio de sus conocidos y el daño real que están haciendo a su organismo”, afirma Manuz. El reconocimiento social parece ser uno de los móviles, pero esto desvirtúa la esencia misma del deporte. “Se trata de hacer ejercicio para disfrutar y encontrarse mejor, no para dañar tu cuerpo”, aclara.
Los peligros
Los efectos secundarios del dopaje pueden ser muy graves y más aún sin ningún tipo de control médico. Manuz afirma que “el riesgo es real y grande y el daño cardiovascular es el más importante”. Optar por el camino más corto tiene múltiples consecuencias negativas. Según explica la especialista, el consumo de anabolizantes puede provocar problemas en el sistema cardiovascular, pues la presión sanguínea aumenta. Al mismo tiempo, se producen cambios en los niveles de lipoproteínas, un compuesto que transporta las grasas por el organismo, reduciendo las de alta densidad HDL, colesterol bueno, y aumentando las de baja densidad LDL, colesterol malo.

En la memoria anual de la Agencia Española de Protección de la Salud en el Deporte (Aepsad) de 2013, se afirma que en España se realizaron 277 controles a ciclistas profesionales. Para evitar que estos recurran a sustancias ilegales en pretemporada y borren el rastro en la etapa competitiva, se hacen pruebas en ambos periodos. Están controlados dentro y fuera de la competición. A pesar de que la cantidad puede llegar a abrumar a los corredores, los controles son la mejor arma para conseguir un deporte justo y limpio. Sin embargo, su elevado coste provoca que sea imposible realizarlos en las pruebas populares. Solo las investigaciones policiales han logrado constatar el engaño.
La misma Aepsad y el BOE revelan que, por ejemplo, la recogida de una muestra de orina en una carrera puede costar los 160 euros. A esto habría que sumarle el desplazamiento de los agentes y las dietas, que se fijan en 60 euros por noche. En otros casos, como en el contraanálisis de EPO, la cuantía puede sobrepasar los 600 euros. Además, si se precisa que salgan los resultados con presteza, en un lapso de 24 o 48 horas, el precio se incrementa un 50%.
Begoña Manuz reflexiona sobre esta cuestión: “Los controles son caros y probablemente no se están realizando todos los que se querrían en los profesionales, así que en aficionados creo que en estos momentos es inviable”.
Existe un tipo de ayudas, las ergogénicas, que enseñan y ayudan al organismo a aprovechar mejor la energía. Hay muchas variantes, aunque algunas son de dudosa efectividad. El café que tomamos para desperezarnos por las mañanas o para ser más rápidos en una carrera es un tipo de ayuda ergogénica. Están ahí y se puede acudir a ellas. Sin embargo, la sociedad en general, y el deporte aficionado en particular, debería plantearse si realmente lo importante es llegar el primero, o simplemente llegar. Aunque, eso sí, con la integridad física y moral intacta.

domingo, 1 de marzo de 2015

Vendetta II

Nuevo domingo, nueva entrega de este diario de entrenamiento. Acostumbro a escribir poco, y estos pequeños resúmenes semanales me ayudan a dar "vida" y continuidad al blog. No es lo que más me gusta hacer, pero puede ser interesante. De todas formas, hoy se me ocurrió una buena entrada, si hay tiempo esta semana, algo que pinta muy complicado, la haré. 


En estos siete días he salido a correr cuatro. Las clases empiezan a ahogar mi tiempo y eso se nota en los entrenamientos. Hoy mientras corría por el monte hablaba con un amigo de esto: hay gente que se obsesiona demasiado con correr y prioriza mal su tiempo y sus fuerzas. El deporte está muy bien, pero hay vida más allá de él. Somos, precisamente, aficionados, lo que significa que correr no es el centro de nuestras vidas, podrá ser algo muy importante, pero nunca el centro. Hay un mundo que conocer ahí fuera. También es cierto que hay personas que aparte de correr parecen no tener nada más que hacer, pero eso es otra historia. 

Al grano, que me lío. Creía que el lunes iba a tener las piernas como palos después del finde, pero la salida en bici y el estiramiento a conciencia posterior surtió efecto. Para empezar la semana hicimos escaleras en el Tahoro, en el Puerto de la Cruz. A mí los parques me aburren un poco, dar vueltas al mismo sitio me resulta tedioso, pero para hacer entrenamientos de calidad están genial. Así, calentamos 20 minutos, luego ocho repeticiones de unos 140 escalones y 10 minutos para enfriar el cuerpo tras la escalonada. Salió un entrenamiento corto, pero intenso. Espero repetir la sesión en unas semanas y hacer más repeticiones. Las escaleras están bien para sustituir a las cuestas. Se me olvidó el móvil, así que el cálculo de kilómetros y tiempo es aproximado.

El martes no pude salir, así que el siguiente entreno fue el miércoles. De nuevo acompañado, salieron 15 kilómetros de asfalto con bastante facilidad. A pesar de ir a un ritmo alegrito, no me noté cansado. Al contrario. Iba con la sensación de que podía seguir con esa velocidad mucho más. Pensé en hacer caso a esa emoción y hacer un  one more, pero pasar por delante de casa mi obligó a desistir. Tiempo al tiempo.

Ni el jueves ni el viernes pude salir. Tuve que editar un vídeo para una tarea de clase y me lié bastante. Hay gente a la que le encanta grabar y montar una pieza audiovisual, pero a mí me saca de quicio. Me pone de mal humor. Me gusta más escribir. El sábado tenía pensado subir al monte con unos amigos, pero la cosa se torció bastante. Vestido para la batalla, me quedé en tierra. Uno de mis amigos, el dueño del transporte, se dejó dormir. Pero no 15 minutos ni 20. Más, mucho más. Se le perdona porque es buena gente. Al final, los dos que nos quedamos colgados decimos salir  "a hacer algo". Este algo fue una tirada de unos 12 kilómetros tranquilos y charlatanes. 

Mi amigo, vamos a llamarle Don Dormilón, se disculpó y quedamos para batirnos en duelo hoy domingo. Creo que estoy más en forma que cuando me preparé Cabra Trail. No es extraño, el mes antes de mi primer maratón me lo pasé escalando y esta vez me lo he pasado corriendo. Subiendo por Til de los Pavos me noté rápido, no iba volando, pero podía apretar sin resentirme demasiado. El compañero se perdió una vez, digo una porque luego lo haríamos juntos, así que a mitad de camino tuve que dar media vuelta para dar con él. Nos encontramos al momento. Como teníamos el tiempo justo, al llegar a Chanajiga hicimos 5 kilómetros de pista hacia La Caldera para volver a Chanajiga y bajar lo que subimos. 

Don Dormilón es diabético, no es un caso extremo, pero tiene que controlarse. De hecho, lleva el aparato para medir la glucosa en sangre en la mochila. Además de azúcar, lo que no deja de hacerme gracia. Es triste, pero a veces uno tiene que ver estas cosas de cerca para darse cuenta de lo que se sacrifican algunos. En el descenso nos pusimos las pilas, tanto, que nos perdimos: "seguro que es por aquí", "sí, sí, vamos bien". Pues no, pero no hubo problema. Nos reincorporamos al sendero menos de un kilómetros después. A falta de poco, decidí exprimirme y ponerme a prueba. Cuando acabé tenía la sensación agónica de haber hecho un 5.000, aunque fue un 24.000. De vez en cuando, está bien.

Resumen semanal:

Lunes: 20' de calentamiento + 8 repeticiones escaleras (140 escalones) + vuelta a la calma (8 Km)

Martes: free

Miércoles: salida rodadora de asfalto (15,68 Km-1:23:39)

Jueves: free

Viernes: free

Sábado: salida rodadora de asfalto + trabajo de fuerza (12,39 Km-1:09:39)

Domingo: salida de montaña (23,72 Km-2:51:13)

Total semanal kilómetros: 59,79 
Total semanal horas: 6:38
  

domingo, 22 de febrero de 2015

Vendetta I

Vendetta, en italiano, venganza.

Esta semana hemos empezado a entrenar para el maratón de Transvulcania, y como la última vez que inicié un diario de entrenamiento solo publiqué la primera parte, ahora quiero obligarme a hacerlo cada semana. Esta es la primera entrega. Ya he advertido antes en este blog que mi objetivo en La Palma es hacerlo bien y sacarme la espina que tengo clavada desde hace dos años. Por eso el título, no por otra cosa. 

Esta semana he entrenado un total de cinco días. He tenido altibajos, sobre todo en las sesiones de calidad. El lunes salí a hacer un fartleck en un lugar nuevo, pero la cosa no salió como esperaba. El sitio donde estaba pertenece a una constructora que lo usa para la extracción de áridos, y aunque entra mucha gente a pasear a su perro, tenía la extraña sensación de estar haciendo algo malo. Para colmo, se me hizo de noche, por lo que al final hice media hora de cambios de ritmo. En suma, con calentamiento y vuelta a casa, salieron 10 kilómetros. 

Despúes del fartleck, dejé un día por medio y salí a hacer una tirada rodadora por asfalto. Las piernas iban cansadas, pero con la ayuda de la música, bendita música, logré hacer algo menos de 14 kilómetros a buen ritmo. Al día siguiente, me lancé a por una sesión de cuestas que no acabó del todo bien: hice cuatro repeticiones de 1 minuto y 30 segundos y me fui a casa. Lo normal sería haber hecho entre seis y ocho. Luego, otras cuatro o seis más cortas. Pero ese día no. Desde octubre no hago nada de calidad y se nota. Si es necesario salir a correr sin más, aunque sea a un ritmo medio-alto, lo soporto, pero si tengo que meter intensidad, me atasco. Es normal, el cuerpo se adapta al mismo tipo de ejercicio, pero se queja cuando le haces cambiar. 

El sábado llegó el día de la tirada por montaña. El día que más me gusta y que más miedo me da. Esta vez fui acompañado y estrenando mochila (pronto habrá review). El recorrido parte de La Caldera (en La Orotava) y sigue por la pista de Chanajiga hasta dar con el GR 131 para subir a El Portillo. Ida y vuelta salen sobre los 24 kilómetros y unos 2.400 metros de desnivel acumulado. Es un sendero que me gusta, el ascenso es en muchos tramos muy corrible (en otros no tanto) y tiene alguna que otra parte técnica. Además, alcanza los 2.000 metros de altitud. Para entrenar es excelente. De hecho, nos topamos con varios corredores. Me encontré bastante bien durante todo el trayecto, aunque el tramo de pista de vuelta al coche después de bajar se me hizo muy duro. Es lógico. 

Para soltar piernas y culminar la semana salí en bici. Acostumbro a hacer un recorrido de más de 30 kilómetros, que no es mucho, pero que con mi bici actual está bien. Hoy no iba muy sobrado de tiempo y al final hice 23 kilómetros en una hora y tres minutos.

Resumen semanal

Lunes: calentamiento +  30' de cambios de ritmo + vuelta a la calma + trabajo de fuerza (10,45 Km).

Martes: free

Miércoles: salida rodadora de asfalto (13,41 Km-1:06:56).

Jueves: calentamiento + cuestas + vuelta la calma + trabajo de fuerza (8,44 Km).

Viernes: free

Sábado: salida de montaña (23,5 Km-2:58:45).

Domingo: salida en bici (23,34 Km)

Total semanal kilómetros: a pie 55,86, en bici, 23,34.
Total semanal horas: 8:80. 


lunes, 9 de febrero de 2015

Lo que piensas mientras corres

Es la tarde de un lunes, uno cualquiera, tampoco importa demasiado. Es uno más. Estás en tu escritorio frente al ordenador sin mucho ánimo. Te decepcionas a ti mismo un poco, ayer te dijiste que ibas a ponerte las pilas con las clases, pero estás cansado. Estás agotado desde hace tiempo. Hace mucho que no descansas como deberías. Mucho. Aunque ya te has quitado unas cuantas tareas de encima. Ahora, echas el portatil a un lado y piensas en salir a correr; así te das un respiro. 


Fuente: 72 Kilos

Pides perdón a tus amigos. Esta tarde no saldrás a correr con ellos. Puede que no lo entiendan, pero necesitas ordenar tus ideas en silencio. Hay gente que enloquece si no está constantemente acompañada, pero tú no. Necesitas lo contrario. Te encuentras bien en soledad. No te da miedo, te ayuda a reflexionar y a estar contigo mismo. Eres curioso. En esos momento de intimidad creas situaciones y diálogos ficticios. Mientras corres, te pones a ti mismo en un atril hablando ante una multitud o te inventas preguntas que también respondes. Ensayas cada palabra, el tono, los gestos, e incluso, la reacción del otro, que en ese caso, eres tú. Siempre lo has hecho. Te encanta hablar contigo mismo. Así surgen tus ideas. Así te despejas. Así evolucionas. 

No eres un tipo especialmente creativo, pero a veces se te ocurren cosas ingeniosas. No fuerzas que aparezcan, ya te conoces y sabes que no funcionas así. Son las situaciones más comunes las que crean la magia. Ir en la guagua observando el paisaje o correr con la única música de tus pasos son acciones que te hipnotizan. La mente se desconecta del cuerpo y empiezan a aparecer ideas. Sobre todo corriendo, no sabes de dónde vienen las palabras, pero empiezas a escribir esta entrada. Estás corriendo, te cuesta respirar y jadeas con fuerza, pero tu mente está en otra parte, está escribiendo esto y la dejas ir. 

En los últimos días tu blog ha tenido bastante tirón, hasta has salido en la radio. Podrías haber escrito algo distinto, algo llamativo y polémico. Cualquier otro lo habría hecho, pero tú no. No eres cualquier otro. Relativizas las cosas, sonríes entre zancadas y recuerdas a Andy Warhol: "en el futuro todo el mundo será famoso durante quince minutos".

jueves, 5 de febrero de 2015

Territorio Trail: Especial Canarias

Ser parte de uno de tus programas de radio favoritos es una ilusión mediática poco factible. Sin embargo, ayer estuve en el especial Canarias de Territorio Trail. Los organizadores de Transgrancanaria, Maratón del Meridiano y Transvulcania hablaron de sus respectivas carreras. Aarón López, de Bichillo Runner, Roberto Untrailrunner del Montón y un servidor, aportaron sus peculiares y distintas visiones del trail. Siempre, claro está, bajo la batuta del director Alfonso y acompasado por Bea y Diego. 

La experiencia fue excelente. Me encantó. Aunque comparto lo que dice Roberto, tuve bastantes nervios al hablar. Debería estar acostumbrado, estudio Periodismo, pero no. En mi Facultad uno no aprende a hablar por la radio y mi timidez me puede muchas veces. Aún así, estoy especialmente contento.

Aquí dejo el podcast: 


sábado, 31 de enero de 2015

Corre, Bryan, corre

Hoy no estoy muy inspirado con los títulos, pero este que finalmente he puesto casa con lo que serán mis próximas semanas.  El 9 de mayo volveremos a mi isla fetiche para correr por segunda vez un maratón de montaña. Hay que bajar el tiempo del primero, no me preparé como me habría gustado y la llama de la superación me arde por dentro una vez más. No soy Al Capone, pero tengo cuentas pendientes con la Transvulcania.

                                                                                                                Fuente: Neontrainers

Después de un satisfactorio pero agotador periodo de exámenes mi estado de forma no es el mejor. No estoy mal, he hecho alguna salida larga por asfalto y me he encontrado bien, pero he llegado muerto a casa. He podido salir acompañado y eso me ha ayudado a vencer la pereza fría de esta época. Lo bueno de correr con amigos, aunque tiene su parte mala, es que no te centras del todo en ti mismo. Cuando observas el correr de los otros te olvidas un poco de tu cuerpo y notas menos el peso de los kilómetros.

Entre el final de los exámenes y el inicio de las clases he tenido unos días para idear el plan para el maratón: un día a la semana fartleck o series, otro cuestas, un rodaje asfaltero, la tirada obligatoria por montaña y una sesión de rodillo. Lo ideal sería meter estos cincos entrenamientos en una semana, pero con el trabajo y los estudios se torna muy complicado. Es muy probable que no pueda hacerlos todos más de una vez, por lo que barajo dejarlo en cuatro sesiones semanales y así no amargarme más de la cuenta. Tengo la necesidad de sentirme preparado para afrontar cualquier reto, y cuando no puedo entrenar me suelo frustrar un poco. Como me conozco, en el plan también está la máxima de no amargarse.

Para suplir estas carencias lo mejor que puedo hacer es meter bastante volumen antes de que empiece a prepararme a conciencia. Esta estrategia es la lógica y habitual. Ya la he seguido antes, pero nunca a rajatabla. Por eso, ahora es momento de encender el piloto automático y decir Run, Bryan, Run. 

El 17 de septiembre estuve corriendo el Trail Nocturno de Tegueste. Siempre había querido hacerlo, y la verdad es que mis expectativas se cumplieron con creces. Es un lujo que se hagan carreras así en Tenerife. Dos notas mentales: los polvorones no son buenos, y necesito un frontal mejor. 


sábado, 3 de enero de 2015

La delgada línea

Hay un línea muy delgada que divide el deber del querer. Ahora mismo, debería estar haciendo un resumen sobre la comunicación institucional en situaciones de crisis, pero no quiero. Lo haré, evidentemente, porque mi futuro depende de mis estudios y porque, en el fondo, el tema me gusta. Esto viene a cuento porque hace casi un mes empecé a ir al gimnasio, pero lo dejé.


Fuente: So Funny Gifs

El objetivo para 2015 es correr el maratón de Transvulcania. Eso la primera parte del año, para la segunda, más que un reto, hay un sueño que viene en clave de 24 horas. Pero ya se verá. Este maratón será duro, y más ahora que han quitado un avituallamiento. Abro paréntesis: el primer avituallamiento está en el kilómetro 7 después de una tramo facilillo, ¿quién va a parar ahí? Todos, hay que hacerlo, el siguiente está a algo más de 13 kilómetros, en Pico de la Cruz. Antes había uno intermedio, Pico de la Nieve, en el kilómetro 16, pero con el afán naif de hacer "una carrera más exigente y segura" se lo han cargado. En fin. Cierro paréntesis. El caso es que una vez que lleguemos al Roque de los Muchachos habrá una larga y dura bajada hasta la meta en Tazacorte. Tengo una idea fija: hay que fortalecer la musculatura si no queremos desfondar a la mitad. 

Para eso me apunté al gimnasio. A uno de barrio, el que me queda cerca, lleno de máquinas de tortura y con música infernal a todo volumen. Fui el primer día, un miércoles anodino, y la monitora me dijo que empezara haciendo hombros. Así, sin calentar: cuatro series de 15 repeticiones sin peso. La primera bien, la segunda regular, ¿la tercera? "Pero qué hago subiendo y bajando una mancuerna. Me aburro". La cuarta: "Venga Bryan, esto te irá bien para mejor la postura corporal y la técnica de carrera (...) ¡Sigue nenaza, mira al piernas de pollo ese!". El resto de la visita no fue muy diferente: primero me decía que todo iba bien, luego entraba en crisis, después me autoengañaba y, al final, buscaba cualquier motivo absurdo para terminar la dichosa cuarta serie. 

No soy gandúl y tengo bastante fuerza de voluntad, pero cuando algo no me gusta... Tendría que haber ido la semana siguiente al gimnasio de nuevo, pero no volví. Yo no hago deporte por mejorar mis tiempo o por llegar más alto, lo hago por que me siento bien. Claro que me gusta ser rápido y superarme, pero no a costa de tener que pasarlo mal innecesariamente. Entreno y sufro como el que más, pero cuando es necesario. Soy capaz de morir en un fartleck o llegar al colapso en cuesta si es preciso, pero no me pidas que suba y baje una mancuerna para ejercitar los hombros. Eso no me motiva. Prefiero subirme a la bici en un rodillo y creerme Contador antes que eso. La vida ya es lo bastante complicada como para hacer que el deporte también sea un desquicio. Si tengo que hacer algo que no me gusta, que sea en mis estudios o en mi trabajo, pero no en lo que me apasiona.  

Es lo que he aprendido en 2014, que la línea entre el deber y el querer es muy delgada, pero que prefiero caerme hacia el lado del querer. Podría ir al gimnasio sí, y llevar un entrenamiento metódico y concienzudo, pero ahora mismo, con 21 años, no quiero eso. Ya habrá vida para mejorar los tiempos. Esto no quiere decir que ahora me vaya a convertir un viva la vida -cosa muy respetable- y no vaya a prepararme bien para Transvulcania, sino lo contrario. Me entrenaré más y mejor porque quiero disfrutar de la experiencia, pero si tengo que fortalecer mis piernas iré a escalar o a montar en bici, porque eso me llena, no subir y bajar una mancuerna.