Este jueves se ha celebrado
un evento de running exclusivo para
mujeres en Barcelona. Antes de salir a correr y probar un calzado, según la
marca, adaptado a la anatomía femenina, las participantes pasarían por una
sesión de peluquería y estética, tal y como indica el cartel promocional. Ahí
es nada.
No me parece mal que se
quieran peinar y maquillar para salir a correr, ¡faltaría más! Aunque no sé si
será muy cómodo. Pero centrémonos: el
problema es que ese mensaje, un entusiasta párrafo al final del anuncio, emana
un tufo a sexismo. Los organizadores habrán pensado que el simple hecho de
correr no era suficiente como para atraer al público femenino y decidieron
poner ese “aliciente”. No se estrujaron demasiado los sesos ni le dieron muchas
vueltas.
En estos últimos Juegos
Olímpicos la cobertura mediática de las atletas femeninas ha sido lamentable.
El Chicago Tribune tituló de la
siguiente manera una noticia: “La mujer de un línea de los Bears ha ganado hoy una medalla de bronce en las Olimpiadas de Río”. Para este periódico el logro
de Corey Cogdell, que ganó el bronce en Tiro al Plato, no estaba en su
rendimiento deportivo sino en casarse con un jugador de fútbol americano. En
España tampoco se quedaron cortos. En El
Mundo publicaron la “Lista de buenorras internacionales” que irían a Río.
Vivimos en el
heteropatriarcado y la mujer, haga lo que haga, está por debajo del hombre. En
el deporte la testosterona rebosa y la mujer ocupa un lugar secundario. Para
colmo, cuando consigue aparece en la prensa se destaca lo anecdótico. El Mundo, por ejemplo, tituló un
artículo de Carolina Marín, Campeona del Mundo de Bádminton y medalla de oro,
con un “Y hasta se ha echado novio” que aún duele. ¿Alguien se ha parado a
pensar en lo increíble que es que una española sea la mejor del mundo en
bádminton? A mí no me entra en la cabeza, pero al periodista que puso el
titular le entra menos.
De regreso al evento en
cuestión, estoy a favor de que esté hecho solo para mujeres. Al final y al cabo,
iban a probar un producto diseñado específicamente para ellas.
En este mundo hay que
demostrar la masculinidad las 24 horas y eso asusta. Rodeamos al deporte de
demasiada épica, competitividad, sacrificio y dolor. Hay un poco de eso, pero no
es lo principal. Los mensajes de otro tipo se echan en falta.
En las carreras de montaña
la participación femenina no suele pasar del 10% y en las competiciones de asfalto
aumenta un poco pero sin pasarse. En otros deportes el panorama no cambia
mucho.
Esto se debe en gran parte a
que las empresas y organizaciones no han sabido acercarse a la mujer. Hay que
hacer el deporte atractivo para ellas. Nunca ofreciéndoles una sin sentido
jornada de peluquería sino enseñándoles lo que puede hacer por ellas, haciendo
posible que se transforme en un instrumento feminista. No se me ocurre mejor
forma de transmitir valores que a través del deporte y se está desaprovechando.